Artículos de Esmalcalda

SEGUNDA PARTE

Concierne a los artículos relativos al oficio22
y obra de Jesucristo o a nuestra redención

ESTE ES EL ARTICULO PRIMERO Y PRINCIPAL

1 Que Jesucristo, nuestro Dios y Señor “fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación” (Ro. 4:25). 2 Sólo Él es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29), y “Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros” (Is. 53:6). 3 De la misma forma, “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por Su Gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro. 3:23-25).

4 Ya que esto es menester creerlo, sin que sea posible alcanzarlo o comprenderlo por medio de obras, leyes o méritos, es claro y seguro que sólo tal fe nos justifica como dice San Pablo en Romanos 3:28: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe, sin las obras de la Ley”. Igualmente: “A fin de que Él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe en Jesús” (Ro. 3:26).

5 Apartarse de este artículo o hacer concesiones no es posible, aunque se hundan el cielo y la tierra y todo cuanto es perecedero. Pues, “No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12), dice San Pablo. “Y por su llaga fuimos nosotros curados” (Is. 53:5). Sobre este artículo reposa todo lo que enseñamos y vivimos, en oposición al Papa, al diablo y al mundo. Por eso, debemos estar muy seguros de él y no dudar; de lo contrario, está todo perdido y el Papa y el diablo y todos nuestros adversarios obtendrán contra nosotros la victoria y la razón.

ARTICULO SEGUNDO

1 Que la misa debe ser considerada la mayor y más horrible abominación del papado, pues ella se opone directa y violentamente a este artículo principal y es de todas las idolatrías papistas la mayor y la más bella pues se admite que el sacrificio o la obra que es la misa (aun celebrada por perversos indignos23) libra24 al hombre de los pecados, tanto aquí en la vida como en el purgatorio, lo cual no puede ni debe hacer sino el Cordero de Dios únicamente, como se ha dicho anteriormente. Respecto a este artículo no hay que apartarse ni hacer concesiones, ya que el primer artículo no lo permite.

2 Si hubiera papistas razonables, se podría hablar con ellos de la siguiente manera en forma amistosa: ¿Por qué se aferran tanto a la misa? No es sino una invención humana no ordenada por Dios y todas las invenciones humanas las podemos abandonar, como Cristo dice en Mateo 15: “En vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mt. 15:9).

3 En segundo término la misa es una cosa innecesaria, de la cual se puede prescindir sin pecado y peligro.

4 En tercer término, el sacramento se puede recibir de modo mucho mejor y saludable, según la institución de Cristo, y más aún, este es el único modo saludable.25 En efecto, ¿por qué querer arrojar al mundo a la extrema miseria por causa de una cosa innecesaria e inventada siendo que hay una manera mejor y más salutífera de obtenerlo?.

5 Que se predique a la gente públicamente que la misa, como cosa humana, se puede abandonar sin pecado y que no puede ser condenado el que no la respete; podrá ser salvo sin la misa de una manera mejor. ¿No decaería entonces la misa por sí misma, no sólo entre el populacho loco, sino también entre todos los piadosos, cristianos razonables, temerosos de Dios? Mucho más debería ocurrir cuando escucharan que la misa es una cosa peligrosa, imaginada e inventada sin la Palabra y la voluntad de Dios.

6 En cuarto lugar, ya que han surgido en todo el mundo tales incontables e indecibles abusos con la compra y venta de misas, se tendría razón en abandonarla solamente para evitar tales abusos, aun cuando tuviese en sí misma algo de útil y bueno. ¡Cuánto más debería abandonársele para prevenir abusos para siempre, ya que ella es completamente innecesaria, inútil y peligrosa, en circunstancias que se puede obtener todo de una manera más necesaria, más útil y más cierta sin la misa.

7 En quinto lugar, dado que la misa no es ni puede ser otra cosa (como el Canon26 y todos los libros27 dicen) que una obra de los hombres (celebrada también por perversos indignos), una obra por la cual uno mismo, el hombre que la celebra, puede obtener por sí mismo y por otros reconciliación con Dios, adquirir y merecer el perdón de los pecados y la Gracia (así es, en efecto, cuando se celebra de la mejor manera; De lo contrario: ¿Qué sería entonces?), se debe y es menester condenarla y reprobarla, pues esto está directamente contra el artículo principal que afirma que el que lleva nuestros pecados no es un oficiante de misa28 con su obra, sino el Cordero de Dios y el Hijo de Dios (Jn. 1:29).

8 Si alguien para justificar su proceder quisiera pretextar que para su propia edificación29 se da la comunión a sí mismo, éste no habla en serio, pues si quiere comulgar con seriedad, lo encontrará seguramente y de la mejor manera en el sacramento administrado según la institución de Cristo. Pero darse la comunión a sí mismo es incierto e innecesario y además prohibido. El que actúa así no sabe lo que hace, porque sigue a falsas ilusiones e invenciones humanas sin la Palabra de Dios. 9 Tampoco es justo (aunque todo lo demás estuviese en orden) que un hombre quiera usar del sacramento común de la iglesia según su necesidad religiosa30 y con ello hacer un juego a su gusto sin la Palabra de Dios y al margen de la comunidad con la iglesia.

10 Este artículo de la misa será el punto decisivo en el concilio. En efecto, aunque fuere posible que nos hicieran concesiones en todos los otros artículos, no pueden en este hacernos concesiones, como dijo Campegio en Augsburgo31: se dejaría hacer pedazos antes que abandonar la misa.32 También yo prefiero, con ayuda de Dios, ser reducido a cenizas antes que permitir que un oficiante de misa, malo o bueno, y su obra sean iguales y mayores que mi Señor y Salvador Jesucristo. Por consiguiente, estamos y permanecemos eternamente divididos y opuestos. Bien lo sienten ellos: Si la misa cae, el papado sucumbe también.33 Antes que dejen que ocurra esto, nos matan a todos si tuviesen la posibilidad.

11 Además de todo lo indicado, esa cola de dragón, la misa, ha engendrado muchos parásitos y ponzoñas de idolatrías de diversa clase.

12 En primer lugar: El purgatorio34. Misas para los difuntos35, vigilias, servicios fúnebres celebrados el séptimo día, el trigésimo, al cabo de un año36, la semana común,37 el día de todos los muertos38 y el baño de las almas:39 todo esto se ha relacionado con el purgatorio, de modo que la misa se usa casi exclusivamente para los muertos, mientras Cristo instituyó el sacramento sólo para los vivos. Por eso hay que considerar el purgatorio con todas sus ceremonias, cultos y maquinaciones como un puro fantasma diabólico, pues nuevamente está contra el artículo principal, según el cual sólo Cristo y no las obras del hombre pueden ayudar a las almas. Además, nada se nos ha mandado u ordenado en relación con los muertos; por ello, se haría bien si se dejase de lado todo esto, aun cuando no fuera error o idolatría.

13 Los papistas citan aquí a San Agustín y a ciertos padres40 que habrían escrito sobre el purgatorio y piensan que no vemos para qué y con qué intención ellos mencionan estas citas. San Agustín no dice que existe un purgatorio,41 ni tiene pasajes bíblicos que lo obliguen a aceptarlo, sino que deja sin definir si existe o no. Dice que su madre ha deseado que se le recordase en el altar o en el sacramento. Todas estas no han sido sino expresiones de devoción humana por parte de algunas personas que no instituyen artículos de fe, lo cual sólo le corresponde a Dios. 14 Pero nuestros papistas utilizan tales palabras humanas para que se deba creer en su vergonzoso, sacrílego, maldito mercado de misas que se ofrecen por los muertos, cuyas almas están en el purgatorio, etc. Están lejos de probar tales cosas por San Agustín. Cuando hayan abolido el mercado de misas por las almas del purgatorio –sobre lo cual nunca soñó San Agustín- entonces podremos hablar con ellos sobre si las palabras de San Agustín sin la Escritura son aceptables y si los muertos deben ser conmemorados en el Sacramento. 15 No es válido que de las obras o palabras de los santos padres se hagan artículos de fe; de lo contrario, tendrían también que hacerse artículo de fe los alimentos, los vestidos, las casas, etc., que ellos tuvieron, como se ha hecho con las reliquias. Está escrito42 que la Palabra de Dios debe establecer artículos de fe y nadie más, ni siquiera un ángel.

16 En segundo término, es una consecuencia que los malos espíritus han realizado la perversidad de haber aparecido como almas humanas43 y exigido con mentiras indecibles y malignidad, misas, vigilias, peregrinaciones, 17 y otras limosnas que todos hemos estado obligados a aceptar como artículos de fe y a vivir de acuerdo con ellas. Tales cosas las ha confirmado el Papa, como también la misa y todas las otras abominaciones.

En este punto tampoco es posible ceder o hacer concesiones.

18 En tercer lugar: las peregrinaciones. Aquí también se ha buscado misas, perdón de los pecados y Gracia de Dios, pues la misa lo ha gobernado todo. Es indudable que tales peregrinaciones, sin la Palabra de Dios44 no nos han sido mandadas, y tampoco son necesarias, porque podremos obtener la Gracia de Dios de una manera mejor, y nos podemos dispensar de ellas sin pecado ni peligro. ¿Por qué razón se echa a un lado a la propia parroquia, la Palabra de Dios, la mujer y los hijos, etc., que son necesarios y mandados por Dios, por ir detrás de manejos diabólicos innecesarios, inciertos, perjudiciales, solamente porque el diablo haya convencido al Papa de que los ensalce y confirme, para que la gente se aparte más y más de Cristo y confíe en sus propias obras y se vuelva idólatra, lo que es peor?. 19 Pero, fuera de ser cosas innecesarias, no mandadas, ni aconsejadas e inciertas, son además perjudiciales. 20 Por eso, en este punto no es tampoco posible ceder o hacer concesiones. ¡Que se predique diciendo que las peregrinaciones son cosas innecesarias, y además peligrosas, y luego veremos dónde quedan!.

21 En cuarto lugar, las cofradías. Aquí los conventos, los capítulos y los vicarios45 se han comprometido por escrito (según un contrato justo y honrado) a compartir todas las misas, buenas obras, etc., tanto por los vivos como por los muertos. Esto no es solamente una pura invención humana, sin la Palabra de Dios, totalmente inútil y no mandada, sino también en contra del artículo primero, sobre la redención. Por ello, no podemos de ningún modo tolerarlo.

22 En quinto lugar, las reliquias. En esto se han inventado tan diversas mentiras y necedades manifiestas, tales como los huesos de perro y caballo,46 que por la misma razón de estas imposturas,47 de las que el diablo se reía, deberían estar condenadas desde hace mucho tiempo, aunque hubiera algo de bueno en ellas. Además, sin la Palabra de Dios, no siendo prescriptas ni aconsejadas, son una cosa enteramente innecesaria e inútil. 23 Pero lo peor es que se les considera como eficaces para la obtención de indulgencias y el perdón de los pecados, como si fueran una buena obra o un culto divino, como la misa.

24 En sexto lugar, las queridas indulgencias48 que son concedidas a los vivos y a los muertos (pero a cambio de dinero). En las tales ese miserable Judas que es el papa, vende los méritos de Cristo al mismo tiempo que los méritos superabundantes de todos los santos49 y de la iglesia entera. Todo esto no podemos tolerarlo. No es solamente sin la Palabra de Dios, innecesario y no mandado, sino también en contra del primer artículo, pues los merecimientos de Cristo no son alcanzados mediante nuestras obras o dinero, sino mediante la fe por la Gracia; son ofrecidos con ausencia de todo dinero y merecimiento, no por la fuerza del papa, sino mediante la predicación o la Palabra de Dios.

Sobre la Invocación de los Santos

25 La invocación de los santos es también uno de los abusos introducidos por el Anticristo, contradice el primer artículo principal y destruye el conocimiento de Cristo. Tampoco es mandada ni aconsejada, ni hay ejemplo de ello en la Escritura. Aunque fuese una cosa preciosa, lo que no lo es, tenemos todo mil veces mejor en Cristo.50

26 Aun cuando los ángeles del cielo, lo mismo que los santos que están sobre la tierra o quizá también los del cielo interceden por nosotros (como Cristo mismo lo hizo también), no se deduce por eso que debamos invocar y adorar a los ángeles, ayunar por ellos, celebrar fiestas y misas, ofrecerles sacrificios, fundar templos, levantar altares, crear cultos especiales para ellos y servirles de alguna otra manera más, considerándolos como auxiliares atribuyéndoles diversa clase de poderes ayudadores,51 a cada uno un poder especial, como enseñan y hacen los papistas. Tal cosa es idolatría, pues tal honor sólo le corresponde a Dios. 27 En efecto, en cuanto cristiano y en cuanto santo viviente sobre a tierra, puedes rogar por mí, no sólo en una determinada necesidad sino en todas. Pero, por tal motivo, no debo adorarte, invocarte, celebrar fiestas, ayunar, sacrificar, celebrar misa en tu honor y poner en ti mi fe para la salvación. Bien te puedo honrar de otras maneras y amarte y agradecerte en Cristo. 28 Si se suprime tal honor idólatra de los ángeles y de los santos muertos, entonces, el otro honor no tendrá efectos perjudiciales e incluso se olvidará pronto. Porque una vez que no hay esperanza de conseguir ayuda corporal y espiritual [de los santos], se dejará a los santos en paz, tanto en la tumba como en el cielo. Por mero desinterés o por amor nadie se acordará mucho de ellos, ni los tendrá en estima ni honrará.

29 En resumen, no podemos consentir y debemos condenar lo que es la misa, lo que de ella se deduce y lo que de ella depende para que se pueda conservar el Santo Sacramento en forma pura y segura, según la institución de Cristo, usado y recibido mediante la fe.

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